martes, 25 de septiembre de 2012

"Redondillas" de Sor Juana Ines de la Cruz

Es una mis obras favoritas de esta autora, llena de pasion y resolucion, mostrando que un poema no requiere ser largo ni rebuscado para cumplir su objetivo.
En este poema, ella manipula el contenido describiendo los defectos que los hombres tienen, porque ellos mismos dan la pauta, tienen un pensamiento equivocado de las mujeres, afirmando que tienen que aceptarnos tal como somos, sin juzgarnos, solamente querernos mucho.En sus líneas expresa con ciertas palabras sutiles que si una mujer tiene un comportamiento serio, es ingrata y si es todo lo contario es liviana, es decir fácil.
Es curioso como es una cuestion vigente hoy en dia aplicandose tanto en hombres como en mujeres, el amar siempre ha sido complicado, por lo que yo no creo en revolverte la cabeza con morales ajenas,ni juzgar a otros con ligeresas, nadie es perfecto, lo mejor siempre es ser sincero con unos mismo para asi poder amar sinceramente a los demas

Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:

si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si la incitáis al mal?

Cambatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
el niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.

Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo,
y siente que no esté claro?

Con el favor y desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.

Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por crüel
y a otra por fácil culpáis.

¿Pues como ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata, ofende,
y la que es fácil, enfada?

Mas, entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?

¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?

Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.